
<p>En los alrededores de Coca y Cuéllar se extiende una duna arenosa continental tapizada de pinos de potente tronco, profunda raíz, abundante resina y grandes piñas. Son los Pinus Pinaster, que los lugareños llaman Negral, pertenecen a una familia de gran abolengo, enraizados por estas tierras desde hace más de 9.000 años, son seres “de toda la vida”.</p>
<p>Cuando el cónsul romano Lúculo quiso tomar Coca, la antigua Cauca, avanzó emboscado entre estos árboles. Calculan que serían unos 12.000 soldados, y ninguno fue visto hasta que llegaron a los pies de Cauca.</p>
<p>A mediados del siglo XIX se produjo el auge de la industria resinera y esta zona contaba con millones de ejemplares. Estos árboles fueron sangrados para obtener toneladas de “Oro líquido”. Los resineros se afanaron con su sudor en la extracción, con lo que “el sudor del Monte” no queda claro si se refiere al preciado líquido o al sobrehumano esfuerzo de estas gentes bajo el sol. La economía de la región se levantó, decayó y ahora vuelve a resurgir. </p>
<p>En cuanto a los árboles, son muy pocos los que sobrevivieron a la terrible práctica de la extracción “resinar a muerte”, método primitivo que extenuaba a los Pinus en pocos años, hasta que se implantó la resinación más respetable con una apertura de una sola cara en cada pino.</p>
<p>Aun así, solo los más fuertes han pervivido. En Fuente el Olmo, corre la historia de un espécimen muy especial. Se trataba del majestuoso Pino de las Mentiras, Pinus Pinaster, de más de 241 años y 22 metros de altura. Muchos se apostaban hasta un cordero para ver quien acertaba sus verdaderas dimensiones, de ahí que también se le llamara, El Pino de las Apuestas.</p>
<p>Pero lo cierto es que para abrazarle en su diámetro se precisaban más de cinco personas unidas. Y eso es verdad, pues su epíteto de las mentiras le venía por cobijar bajo su copa a muchos cazadores, que relataban disparatados con su acostumbrada imaginación, las piezas que habían cobrado o iban a cobrar.</p>
<p>Pero un día de 2010, el viento lo derribó. Sin embargo, aún quedan otros ejemplares, pinos monumentales catalogados como excepcionales que te aguardan en esta ruta, como el Pino de las Cinco Gachas, en el término de Coca, una de las ramas también fue arrancada, pero nadie se atreve a cambiarle el nombre, o La Pina de Zarzuela del Monte, de acogedora copa, y por último el armonioso Pino-Lira, una escultura de la naturaleza que nadie puede perderse.</p>